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NOTA DE LA AUTORA

«Leer en la prensa, escuchar en la radio o ver en televisión tantas clases de violencia hacia la mujer y por extensión a los hijos, se hace insufrible; la diferencia en el recuento de víctimas por parte de algunos sectores de la sociedad, insoportable.
Al otro lado... hambre, papel, tijera surge como una necesidad ante preguntas donde las respuestas son insuficientes. El peso del dinero, la educación y la cultura dividen al ser humano en tres clases: ganadores, perdedores y —al otro lado— mujeres. Conscientes de que en este lado del globo neoliberal se han hecho avances gracias a muchas y muchos, se siguen usando diferentes raseros dependiendo del género y del sexo. Necesitamos reconocer y cambiar estos comportamientos con reflexiones como las de Michael Kaufman «... las formas dañinas de masculinidad dentro de esta sociedad dominada por hombres, son perjudiciales no solo para las mujeres, sino también para ellos mismos». Se lo debemos a nuestras hijas, a nuestros hijos.
Algún día llegarán estos cambios. Una manera de generarlos es contando historias que alivian heridas propias y ajenas al poner luz sobre ellas. Tal vez así, unidos como en los principios, cuando tarareábamos alrededor del fuego las notas de aquella melodía ancestral que hemos olvidado, podamos preguntarnos si aquello, aquel instante era la felicidad.
Y si ese cambio, ese día no llega, quizá sea porque nunca debimos bajarnos de los árboles».

Laura Aparicio

 

NOTA DE LA DIRECTORA

«A veces pienso que como poco soy dos personas, dos mujeres. Esta sensación cobró certeza cuando leí Al otro lado: estamos habitados por tantas formas y maneras, tantas esperanzas y desconsuelos, que cuando miramos atrás desde la distancia de este tiempo, pareciera que fuimos otras. Al mismo tiempo, por muy diferentes que seamos, nos vemos reflejados en el espejo que es el otro. Hay algo que reconocemos y un pensamiento aflora a nuestros labios: “Yo podría haber sido tú...”. Esa sensación que no tiene espacio ni medida, tan solo un leve dentro/fuera o un afuera-adentro, nos invade, nos abruma, porque es posible que entonces fuéramos más nosotros de lo que somos ahora, cuando robábamos minutos de alegría o de amorpor los rincones.
Me gustaría pensar que he guiado a las actrices hacia un encuentro, hacia una claridad desde la serenidad y el amor, con el disfrute de la palabra que ya dijeron muchas otras mujeres y que van a acompañar a Nieves, a Rosa y a ustedes en este viaje».

Asunción Díaz

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